Ojalá, queden por siempre estas marcas de amor
que se mezclen con la sangre
y sean parte del mismo cuerpo.
Ojalá, callen las aves hermosas, su alegría,
para que los buitres de conciencia sucia
escupan sus muertos.
Ojalá, haya agua en el gran desierto de sus ojos
y un ¡te extrañe! en su boca
para cuando llegue mi regreso.
Ojalá, mueran los otoños,
y nazcan nuevas primaveras
tras cada mirada de amor que me diera.
Ojalá, sufra del encierro de la soledad
todo aquel humano
que humillo a un amor sincero.
Ojalá, no existieran las palabras,
para que abunden los silencios
donde el oprimido exclame su amor
al mas débil de los vientos.
Lezcano Rodrigo
Taller: Tras Las Paralelas Azules
Pabellón Nº 4
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Pabellón Nº 4
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